Escritos anti-pelagianos de San Agustín


Estos escritos anti-pelagianos contienen lo que técnicamente se llama el sistema teológico agustino, que fue sustancialmente adoptado por la Iglesia Luterana, pero sin el decreto de reprobación, y en una forma lógica más rigurosa por las Confesiones Calvinistas. El sistema da toda la gloria a Dios, hace plena justicia a la soberanía de la gracia divina, humilla eficazmente y, sin embargo, eleva y fortalece al hombre, y proporciona el más fuerte estímulo a la gratitud y el más firme fundamento de la comodidad. Hace que todo sea brillante y hermoso en el círculo de los elegidos. Pero es sombrío y repulsivo en su aspecto negativo hacia los no electos.

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Escritos anti-pelagianos de San Agustín

Enseña una condenación universal y sólo una redención parcial, y limita la oferta de salvación a la minoría de los elegidos; ignora la benevolencia general de Dios hacia todas sus criaturas; debilita o pervierte los pasajes que enseñan claramente que "Dios quiere que todos los hombres se salven"; suspende su destino eterno en un solo acto de desobediencia; asume una preexistencia inconsciente, y sin embargo responsable, de la posteridad de Adán y su participación en su pecado y culpa; reflexiona sobre la sabiduría de Dios al crear incontables millones de seres con la presciencia eterna de su miseria eterna; y hace violencia al sentido de responsabilidad individual por aceptar o rechazar la oferta evangélica de salvación.

Sistema agustiniano

Y sin embargo este sistema agustiniano, especialmente en su forma calvinista más severa, ha promovido la libertad civil y religiosa, y ha entrenado a los tipos de cristianos más virtuosos, independientes y heroicos, como los hugonotes, los puritanos, los Covenanters y los Pilgrim Fathers. Sigue siendo una poderosa fuerza moral, y no perderá su influencia en los personajes serios hasta que algún gran genio teológico produzca de la inagotable mina de las Escrituras una solución más satisfactoria del terrible problema que el reino universal del pecado y la muerte presenta a la mente pensante.
En Agustín el sistema anti-pelagiano fue controlado y moderado por sus puntos de vista eclesiásticos y sacramentales, y no podemos entenderlo sin tener ambos a la vista. La misma aparente contradicción que encontramos en Lutero, pero él rompió completamente con el sistema sacerdotal de Roma, e hizo de la doctrina de la justificación por la fe el artículo principal de su credo, lo que Agustín nunca pudo hacer. Calvino era más lógico que cualquiera de los dos, y se remontó más allá de la justificación y la caída de Adán, sí, más allá del tiempo mismo, al eterno consejo de Dios que preordena, dirige y controla toda la historia de la humanidad hasta un cierto fin, el triunfo de su misericordia y justicia.

VI. Obras exegéticas. 

Las mejores de ellas son: De Genesi ad literam (El Génesis palabra por palabra), en doce libros, una amplia exposición de los tres primeros capítulos del Génesis, en particular la historia de la creación interpretada literalmente, aunque con muchas interpretaciones místicas y alegóricas también (escritas entre 401 y 415);1Enarrationes en Salmo (principalmente sermones); 224 homilías sobre el Evangelio de Juan (416 y 417)3 ; diez homilías sobre la primera epístola de Juan (417); la exposición del sermón de la montaña (393); la armonía de los evangelios (De consensu evangelistarum, 400); la epístola a los gálatas (394); y un comentario inacabado sobre la epístola a los romanos. 4
Agustín se ocupa más de los pensamientos vivos, profundos y edificantes de las Escrituras que de la exposición gramatical e histórica adecuada, para la cual ni él ni sus lectores tenían el conocimiento lingüístico, la disposición o el gusto necesarios. Basaba su teología menos en la exégesis que en su mente cristiana y eclesiástica saturada de verdades bíblicas. Sobresale en la visión espiritual, y es sugerente incluso cuando pierde el significado natural.

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